MARGARITA SANZ DE ANDINO


El arte no es la meta a la que se arriba, sino el sendero, o el Camino Real por donde se va sin necesidad de saber ni adonde ni porqué. El pintor, y también el poeta, que fijan un instante de su vida para la eternidad, un sólo y brevísimo instante para esa confusa noción que sobrepasa el tiempo, porque ni empieza ni acaba, se habrán tropezado, mal que les pese, con el arte.

Para Aldous Huxley, la más odiosa de las traiciones es la del artista que deserta de ser hombre y se pasa al mundo de los ángeles, y eso es lo que evitó, con firme pulso y una seguridad adivinada, la pintora Margarita Sanz de Andino, que acierta a pintar el cuerpo habitado por el aroma del alma, sin dejar ni un sólo resquicio por el que esa alma pudiera huir desbocada y sublevada, hasta el desierto de los pájaros sin nombre.

Nuestra pintora ha sabido casar la vocación con la aptitud, la adivinación con la sabiduría, y su arte proclama la evidencia del espíritu, latiendo al unísono del pulso de la sangre, de la voz del corazón.

Con estas mínimas palabras saludo la huella del arte de esta mujer cuya sensibilidad se encierra en cada uno de sus cuadros.

 

Camilo José Cela

Premio Nobel de Literatura

 

 

 

 


MARGARITA O LA CLARIDAD DESDE DENTRO

 

¿Cuánto de contemplación mística hay en ese instalarse demorado? Cada vez que me instalo frente a a obra de Margarita percibo esa misteriosa fuerza de lo bello. Lo intuia el Dante: ''tu`l sai, che col tuo lume mi levasti''...(Par,l,75). Ante este autorretrato, por ejemplo, percibo esa luz que no procede de arriba ni de abajo sino de dentro. Esa ''resplandecencia'' que irradia y concede concordia a lo creado, otorga integralidad, cosmos. Luz que aplaca como la música de Orfeo y restituye el orden primordial, la armonía. De los criterios de lo bello, para Tomás de Aquino, integritas, proportio, claritas, la creación de Margarita se me presenta como el triunfo de la claritas, esa iluminación radiactiva que refluge y logra la tranquillitas ordinis. 

Esos bodegones frutales, racimos cargados de otoño, conducen a ese gozo interior, fruición del alma en la plenitud del sentido, consumación de la forma y el color. Como comenta Umberto Ecco: ''El gozo de la visión es gozo libre de una contemplación alejada del deseo, plena de la perfección que admira. Las cosas bellas visa placent no porque se intuyan sin esfuerzo, sino porque a través del esfuerzo se conquistan y con su resolución se gozan. Sentimos el gozo de la potencia cognoscitiva que se ejerce sin obstaculos y el gozo del deseo que se aquieta en el acto de la potencia cognoscitiva''.

¿Qué encierran esos muros derruidos, esos portalones, esos ventanucos clausurados? Ausencias y presencias anhelantes, sigilosas interrogaciones arrancadas desde lo más íntimo de las bodegas. Como las polifonías de Bach (''Despertad que nos llama la voz'') y los arrobos de Juan de Yepes (''¿Adonde te escondiste, Amado,...?''), estas configuraciones cromáticas de Margarita son convocantes. Te levantan, te dejan de pie frente al mundo, te suspenden el aliento frente a la inminente resurección. Epifanía y anástasis.

 

Alfredo Matus Olivier.

Director de la Academia de la Lengua Chilena

Presidente del Instituto de Chile

 

 

 

 

 

A MARGARITA

 

Para Margarita pintar es acercarse a la realidad, sentirla y representarla con enorme sensibilidad ya que posee excepcionales dotes para el dibujo, base imprescindible para consagrarse en este mundo tan apasionante como es la pintura y apreciándose así en los dibujos referentes a la arquitectura. En éstos la arquitectura nos la hace ver como es en la realidad, encajando perfectamente sus proporciones, como si ella misma hubiera creado y representado sus materiales tal y como son.

Se nota no obstante que su pintura no está improvisada, si no que ha sido meditada con enorme cariño, como se puede apreciar en sus retratos.

Al contemplar la obra de esta gran pintora, podemos apreciar claramente que ama su profesión y se recrea en ella trasmitiendonos energía y pureza, haciéndonos pasar unos momentos muy agradables ya que abarca desde los retratos y obras arquitectónicas hasta los bodegones.

 

Andrés Martínez-Bordíu de Cubas

Arquitecto

 

pasteles, oleos y dibujos